Love !

12.11.10

Ángel


Y felizmente me lanzaste una sonrisa. Un gozo único que no volverá a repetirse. Háblame. Pero ya veo, no recuerdas cómo hacerlo. Y callas. Callas.
Sin embargo, en el medio del silencio, gritas, para que te podamos oír. Y en el medio de una conversación, eres la única que no puede hablar.
Ya podrías estar encerrada en una cáscara de nuez y considerarte reina del espacio infinito, si no fuera porque tengo pesadillas. Pesadillas que su sustancia misma es apenas la sombra de un sueño. Un sueño, que de por sí, se convirtió en sombra. ¿Qué es más noble? ¿Sufrir interiormente los hondazos y las flechas de una enfermedad perversa o tomar las armas contra un mar de problemas y, al enfrentarlos, ponerles fin? Morir: dormir. Nada más, y por un sueño, decir que terminamos con el dolor y con los mil choques naturales que la carne hereda. [Pensamiento mental: esta consumación es para analizarla]. Morir, dormir; dormir: tal vez soñar. Sí, y aquí está la traba; pues tiene que frenarnos el pensar qué sueños, en esta pesadilla de muerte, puede venir una vez que hayamos salido arrastrados de este envoltorio mortal. Éste es el temor que fabrica la calamidad y el vacio de una larga vida. [Pensamiento mental Nº 2: puta desgracia que afecta a muchos].
¡Ay, que pesada carga! Porque, ¿quién aguantaría los azotes, las injusticias de la vida, la ignorancia de los hombres sanos, los dolores de las perdidas cercanas, la demora de la ley y todos los desprecios que soporta el merito paciente? ¿Quién cargaría con este fardo si no fuera por el terror a algo más allá de la muerte? (Desearía que nunca recuerdes su miedo).
Y así es como el color natural de tu piel se debilita bajo la pálida sombra del pensamiento.
Pero no es así en lo alto (eso se cree), donde no hay truco de naipes que valga. Ahora tengo un alma de fuego, que con gusto ardería, pero la extingue el vacio de tu habitación. Temo que se encienda de nuevo.
¡Ay, miserable estado! ¡Ay, pecho más negro que la muerte! Lucha tu alma en éste mundo de mortales por ser libre. ¡Auxilio, ángel!
Te considero alma pura de particular grandeza; y a tu espíritu, tan especial y singular, que, para hacerle memoria, su único semejante, es el espejo; y quien se esfuerce en busca de alguien igual, no hallará más que las sombras de un ángel.
Ya ni te imaginas el malestar que reina en mi corazón; pero eso no importa. Ya no quiero escribir más. No quiero dedicarte mi dolor. [Pensamiento mental Nº3: se ve que ya no hay lugar para vos, abuela, Ángela].

No hay comentarios:

Publicar un comentario